"Mi novio me había dejado. Me fui caminando sola del bar y ahí apareció la canción". La canción es "Chasing Pavements", el hit de su primer disco, 19. La mujer que cuenta la historia es Adele. Suele hacerlo. Todo lo que escribe es autorreferencial, desde ese tema sobre cuya génesis se explayó antes de subirse al escenario de los Grammy hasta "Melt My Heart Stone", ella habla siempre de su propia experiencia. Así como 19 fue un álbum acerca de una relación infantil, 21 es un disco sobre el quiebre de una relación madura y es, sobre todo, un disco triste sobre la naturaleza inherente a los vínculos. Las relaciones son cíclicas y bien lo sabe Adele. Todo final de algo implica el comienzo de una cosa nueva y toda cosa nueva empieza de manera idílica y suele terminar con el choque con lo terrenal.
Por ende, 21 empieza con lo que a simple escucha podría ser un himno más de una angry chick pero, en su voz, es el himno de una mujer que se siente poderosa frente al hecho de ser dejada. "Podríamos haberlo tenido todo" canta en la brillante "Rolling in the Deep" (cuyo video tiene hasta el día más de 42 millones de reproducciones), el comienzo de un disco donde, a excepción del piano, lo que más importa son las palabras y la manera en las que Adele las ejecuta. El cierre de 21 llega, respondiendo a eso de lo cíclico, de la mano de "Someone Like You", la canción más honesta del álbum y la que termina de configurar el leit motiv del mismo. Más allá de su éxito indiscutido como single y los prejuicios que pueda generar ("¿Canción para mujeres con el corazón roto? Amy Winehouse se le adelantó con 'Back to Black'"), se trata de una canción honesta. Adele no trabaja con metáforas y no intenta disfrazarlo. Sus letras son explícitas pero en su voz poco importa que no nos permita indagar en el subtexto. Uno escucha su quiebre con "No me olvides, te lo ruego" y es inmediatamente transportado a ese momento en el que te rompieron el corazón.
En ese espacio entre el encantamiento y la decepción de 21, Adele se mete con las discusiones fuertes ("Turning Tables"), las interpelaciones y autocríticas ("Don't You Remember?") e incluso hace un cover de The Cure (¿qué otro tema podría haber elegido sino "Lovesong"?). Así, 21 es un disco que empieza y continúa con una intérprete que intenta mostrarse fuerte, pero que termina completamente al descubierto, como demostrando que no hay lugar para la cobardía entre quienes se muestran vulnerables.
"Me encanta Katy Perry, es hermosa y me gusta mirarla. Pero yo no hago música para los ojos, hago música para los oídos". Contra todos los pronósticos, y en medio de lo nuevo de Radiohead, Foo Fighters (con quienes compite cabeza a cabeza en la lista de discos más vendidos en el Reino Unido) y Britney Spears, Adele se impuso por sobre todos y esa música para los oídos llegó, como no podía ser de otra manera y si se me permite la cursilería, directo al corazón.
Por Milagros Amondaray para revista RollingStone